La Unión Europea (UE) tiene como objetivo reactivar sus relaciones con América Latina durante una próxima cumbre con los líderes de la región. Sin embargo, varios desafíos han dificultado el progreso, incluyendo retrasos en acuerdos comerciales y discordia sobre el conflicto en Ucrania, lo que ha llevado a ocho años sin una reunión de alto nivel entre los dos bloques.
Preocupada por la creciente influencia económica de China en América Latina y ansiosa por asegurar el acceso a minerales cruciales, la UE busca convencer a los líderes de los países latinoamericanos y caribeños de que deben ser socios naturales. Sin embargo, el acuerdo comercial entre la UE y el bloque sudamericano del Mercosur sigue estancado y el presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, no hablará en la cumbre debido a objeciones de algunos países latinoamericanos.
Brasil y México prefieren una posición más neutral en la guerra de Ucrania, mientras que Cuba y Venezuela son aliados cercanos de Rusia. Muchos gobiernos de la región preferirían que Europa impulse las negociaciones de paz en lugar de proporcionar más armas a Kyiv. Las discusiones previas a la cumbre también han sido desafiantes, con algunos países latinoamericanos intentando eliminar el lenguaje condenatorio de la invasión de Rusia a Ucrania y proponiendo una demanda de reparaciones relacionadas con el comercio de esclavos transatlánticos.
La cumbre se lleva a cabo después de la reciente gira de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, por América Latina, donde se reunió con los presidentes de Brasil, Argentina, México y Chile. Anunció un aumento en el financiamiento del programa de infraestructura de Europa, Global Gateway, aunque las sumas son significativamente menores que los préstamos chinos a la región. Si bien las naciones latinoamericanas aprecian la mayor atención de Europa, expresaron preocupación de que la agenda inicial de la cumbre pareciera centrada en intereses europeos, como asegurar minerales críticos, en lugar de abordar los problemas apremiantes de la región, como la pobreza y la desigualdad.
A pesar de las dificultades en la preparación, los diplomáticos de la UE se muestran optimistas sobre el resultado de la cumbre, con planes para discusiones más regulares de alto nivel sobre comercio, clima y desarrollo cada dos años. Sin embargo, no se espera un avance en el acuerdo comercial UE-Mercosur, ya que las preocupaciones sobre la deforestación han frenado su ratificación. Además, algunas de las propuestas de la UE carecen de peso económico en comparación con las sustanciales contribuciones financieras de China a la región.
Aunque es probable que asistan líderes como el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, la participación de figuras problemáticas como el presidente venezolano, Nicolás Maduro, sigue siendo incierta. Se espera que la situación de los derechos humanos en Nicaragua también sea tema de discusión durante la cumbre.
A pesar de las desavenencias y los desafíos, la UE ve la cumbre como un paso significativo hacia la revitalización de las relaciones y el fortalecimiento de los lazos con América Latina después de años de negligencia.